sábado, 20 de agosto de 2011

Demasiado iguales (7)

   ...Pero algo ha cambiado. Ahora las cosas son diferentes.
   La forma de ser de una persona se forma a través de los años que ha vivido. Un bebé es una página en blanco que se va rellenando con cada palabra que oye, cada escena que ve, cada sensación, cada experiencia. Algunas de las cosas de marcan de forma muy sutil; otras son muy determinantes. Es por eso que los gemelos y mellizos suelen ser muy parecidos en cuanto a forma de pensar, gustos, aficiones,... porque ellos han recibido la misma educación y sus experiencias son casi las mismas. Son sólo pequeños momentos los que han hecho que sean diferentes.
   Por lo tanto, que dos personas completamente ajenas entre sí sean exactamente iguales, es prácticamente imposible. De hecho, yo creía que de forma absoluta.
  Lo que tenemos Alejandro y yo es lo más insólito que podría haber imaginado nunca. Y es ahora cuando me estoy dando cuenta, cuando ya se va.
   No sé qué conjunto de circunstancias se ha dado para que en el mundo, y tan cerca, se hayan formado dos personas iguales. Pero lo que debería haber sabido es que es improbable que se mantenga. Porque por parejas que sean nuestras vidas, siempre habrá diferencias.
   No sé si "eso" que ha ocurrido le ha pasado a Alejandro o a mí. Sólo sé que algo ha sucedido.
   Hace algunas semanas empezamos a notar cosas extrañas:
   Estábamos en una clase mía. Me explico: lo tenemos acordado todo, y con todo me refiero a todo, como quién interviene en cada clase. Es decir, si nos surge alguna duda, en vez de preguntar los dos, pregunta sólo uno; si hay que pedirle los apuntes a algún compañero, no lo pedimos los dos, sino uno sólo;.... Y así con la ropa (cada día uno elige lo que se va a poner y el otro, en consecuencia, tiene que elegir algo diferente, para no ir iguales cual idiotas), los regalos de los cumpleaños (ya conté lo de Nerea),... Total, que estábamos en una clase en la que quien debe participar de forma activa soy yo...

   La profesora termina una explicación y comienza uno de sus silencios de asimilación, en la que todos, como el nombre indica, asimilian lo que acaban de oír, repasan mentalmente lo que ha dicho y, si alguien tuviera alguna duda, se comentaría allí en medio. Es una de los pocos verdaderos docentes que hay por la facultad.
   De repente, noto que Alejandro me da un codazo. Lo miro extrañada, reflejo de su cara. Con los ojos me está diciendo "¿Qué te pasa?" y en los míos de lee "¿Qué ocurre?". No le entiendo... ¡¿Cómo que no le entiendo?! Estoy desconcertada. Él está desconcertado. Entonces mueve la cabeza señalando a la profesora. Lo que quiere es que le haga una pregunta. ¡¿Qué pregunta?! En una esquina del folio que estoy usando le escribo:
   ¡¿Tienes una duda?!
   Él lo lee y me mira abriendo mucho los ojos, incrédulo. Se aproxima el papel:
   ¡Claro! ¿Tú no?
   ¡No! Me ha quedado todo muy claro.

   Alejandro tuvo que hacer su pregunta él solo. Estuvimos emparanoyados durante el resto del día. Apenas abrimos la boca. Tal fue la magnitud de nuestra extrañeza.
   Sin embargo, al día siguiente estábamos tranquilizados ya y no le dábamos importancia, pues seguíamos tan iguales como siempre.
   Pero las diferencias continuaron...


1 comentario:

  1. Cada vez se vuelve más interesante, estoy deseando saber cuales son esas diferencias... Es realmente curiosos este caso :)

    ResponderEliminar