viernes, 23 de diciembre de 2011

Proyecto Diciembre 2011: Versionando la Navidad

Después de no haberme enterado muy bien de lo que había que hacer y de varios intentos infructuosos, ésto es lo que ha salido:




-¡Mana! ¡Manita! ¿Dónde dormiremos este año? ¿En tu cama o en la mía?
-No, no. Nada de dormir juntas, que no tengo ganas -dice mientras ve cambiar la expresión de la chiquilla desde una alegría inocente hasta la agria pena.
-¿Por qué? -dice con apenas un susurro y ojos jugando a ser embalses.
-Porque no, que paso.
-¡Pero si todos los años dormimos esta noche juntas! ¡Es una tradición!
-Para eso están las tradiciones: para corregirlas y olvidarlas.
-¡Que sí! ¡Que hoy voy a dormir contigo!
-Pues tú verás, porque yo, contigo, no.
Tras un rato más de síes y noes, la pequeña, ya abatida, pasa al siguiente punto.
-¿A qué hora pongo el despertador?
-¡¿Qué?! Ni hablar. Ni se te ocurra llamarme antes del mediodía.
-Creo que lo voy a poner a las tres.
-A la hora que tú quieras, pero no se te ocurra despertarme.
-Sí te voy a despertar. Y vamos a llamar a la tita Conchi y la vamos a despertar a ella también. ¡Jajajaja! ¡Verás la bronca que nos va a echar! ¡Igual que el año pasado!
-Pues como me despierte por culpa de sus gritos, vas a ver.
-¡Pero si vive muy lejos!
-Pero seguro que la oímos desde aquí...yo sólo te lo advierto.
-¿Dónde crees tú que pondrán este año los regalos?
-Me da igual.
-¡Mana! Pero...-empieza con voz ahogada- pero, ¿qué te pasa, manita? ¿Estás enfermita? ¿Te duele la barriguita?
Lo que me pasa es que esto de la Navidad me da asco. Me da vergüenza que mañana te levantes y veas un montón de trozos de plástico pegados con el sudor de esclavos de zulos y el sacrificio de tus padres. Me da vergüenza saber que mientras que nosotras, mañana, estaremos rodeadas de opulencia y cosas inútiles, muchos otros niños estarán llorando de hambre, que les falta lo que a nosotras nos sobra. Y me pasa que mañana es el culmen de la época más consumista e hipócrita del año... y me da arcadas... Me pasa que ya no creo en la Navidad.
-No. Lo que pasa es que no le he enviado ninguna carta a los Reyes Magos.
-¡Ah! Pero no te preocupes, mana.
-¿No? ¿Por qué no?
-Por que en mi carta yo les pedí cosas para ti.
-¿Qué cosas?
-Aaaaam... es un secreto.


La hermana mayor siente un movimiento entre las sábanas que la despierta. Asustada, se da cuenta de que un cuerpo pequeño deja la cama y sale por la puerta de su habitación. Maldice por dentro y se da la vuelta para seguir durmiendo. Pero oye unos pasitos que corren de vuelta y:
-¡¡Ya han venido!! ¡¡Ya han venido!! ¡¡Ya han estado aquí!! ¡Ven a ver tus regalos! ¡Corre!
-Mmm, nnno. Ejame domi.
Pasitos que van, pasitos que vuelven.
-¡Aaaaaah! ¡Mira! ¡Me han traído lo que yo más quería! ¡Rápido! ¡Ven a ver los tuyos!
-Gue noooo.
La niña otra vez sale y tras unos minutos vuelve, derramando cosas sobre su hermana.
-¡Ah! ¡Pero me quieres dejar en paz!
-¡O abres los regalos ya, o te los abro yo!
-De eso ni hablar.
-Que te los abro, eh.
-Pe-Pero, ¿qué hora es?
-¡¡Aayyyy!! ¡¡Que los abras yaaaaaa!!
-Veeenga.
Y empieza a desenvolver cajas: telas, plásticos, metales preciosos,...
El último de los paquetes era delgado y estaba mal envuelto. Le quita el papel y descubre una encuadernación. “El mundo de los sueños”. Como portada un dibujo de una niña de la que sale un bocadillo de pensamiento donde se ve a la misma chica vestida de princesa y volando sobre una escoba.
La mira y le pregunta:
-¿Esto es lo que le has pedido a los Reyes Magos para mí?
-Sí. Tú siempre dices que los más grandes tesoros son los libros, así que, para que seas más rica, ahí tienes otro.
-Ajá. -Lo vuelve a mirar y dice-: Creo que éste será el mayor de los tesoros de mi colección.
Aun cuando la habitación sólo está en penumbra por la luz del pasillo, puede ver cómo a la chiquilla se le ilumina la cara.
-Cuenta la historia de una niña que algunos ratos vive en el mundo real y a veces vive en el mundo de los sueños.
-Ajá.
Y entonces comprende que su hermana pequeña ya lo sabe. Que sabe qué es cruda realidad (o al menos tanto como lo puede saber una niña tan pequeña) y qué es sueño. Y sabe que ella ha decidido no abandonar nunca el mundo de la fantasía. Y se le escapan algunas lágrimas... y otras más al leer la dedicatoria:
“A mi hermanita,
Para que nunca deje de soñar
y que cada vez que se convenza
de que nada tiene sentido, sepa
que hay un mundo en el que
puede refugiarse y ser feliz”


¡Feliz Navidad a todos!