domingo, 28 de agosto de 2011

28/8/2011 Querida Mary:

   Hoy, después de tanto tiempo, te escribo de nuevo para volver a llorarte. Hoy me quejo de la vida. No de la vida en general, sino de una de esas partes que vienen junto con el hacerte mayor.
   Quizás tú no lo entiendas, pues la mayor de las decisiones de una muchacha de tu época consistía en decir sí o no a una pedida de mano. Seguro tus opciones eran llevar éste o aquel color, tocar una u otra partitura o quizás qué libro leer.
   Pero las cosas han cambiado. El camino ahora está lleno de decisiones importantes que pueden marcar uno u otro sendero. Y es tan difícil. Hay tantas variables, tantos pros y tantos contras... Menos bolas de cristal para ver el futuro,... ¡Qué fácil sería preguntarle a un oráculo qué opción es la mejor! Desgraciadamente, ésta bifurcación está en la tierra, no en las nubes, donde todo puedo moldearlo a mi antojo.
    Mary, qué difícil es. Qué difícil es escoger entre el deseo y la utilidad. Entre la locura y la sensatez. Éste es mi problema: mi deseo es una locura, y lo sensato me parece un camino horrible.
   Seré más concisa:
   -A la diestra tengo un camino natural, despejado, fácil. Es el indicado, para el que tengo las puertas abiertas y sólo está esperando a que llegue la fecha para que yo empiece a caminar por él.
   -A la siniestra, si miramos bien, si quitamos hierbajos y nos atrevemos a pasar entre medio de dos zarzales, hay otro sendero oscuro, tenebroso, lleno de dificultades, angosto, agobiante,... Aparentemente imposible de atravesar. Mucho más largo y penoso.
   Supongo que está claro, debo coger el camino de la derecha. Pero no lo quiero. Ese camino es tedioso; no feo pero tampoco bonito. Además, cuando se termina empieza otro gris y monótono, con muy pocas alternativas a salir de él. Es muy poco atractivo.
   Todo lo contrario del de la derecha, que a pesar de ser un verdadero reto, puede ser fascinante. Y al terminarlo, hay varios para seguir y todos ellos igual de retantes y fascinantes que el comienzo. Pero sigue siendo una locura adentrarme en algo tan siniestro y ... a la deriva.
   Ya sé lo que me vas a decir, Mary, porque tú eres muy sensata. Sé que me dirás que coja el camino de la derecha. Para ti no habría ninguna duda. Pero yo si las tengo. Estoy aquí, en medio de los dos senderos, intentando saber si debo empezar a buscar un machete para adentrarme en lo incierto o, armarme de positivismo para seguir mi camino natural.
   No sé qué hacer, amiga. Apenas me quedan unos días para tomar el primer camino. Además me arriesgo a perder los dos, pues podría perder el de la derecha y no encontrar un machete para adentrarme en el de la izquierda.
   Dime algo. O mejor no digas nada. Creo que sólo pretendo decirlo en voz alta para convencerme cada vez más de mi locura y así volver a la cordura y encaminarme en la sensatez.

   Volveré a escribirte cuando sepa qué ha sido de mí. Hasta entonces.


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