A veces dudo un poco en la razón por la que tengo este
espacio, este blog. A ver, se puede decir que escribir con intención “literaria”
es para mí un hobby que me apasiona pero no tanto como otras cosas. De hecho,
no le dedico demasiado tiempo. Pero encima, resulta que aquí hay publicadas, en
realidad, pocas cosas de las que me sienta realmente orgullosa. En concreto,
hay un par de relatos de los que me siento especialmente orgullosa y no los
tengo aquí. Uno de ellos porque está en un ordenador olvidado y pendiente de
retocar y el otro porque estoy intentando alimentar mi vanidad presentándolo en
algún concurso.
Pero el caso es que en estos momento, dedico mi atención a
una historia (bueno, es un fic) que es realmente larga, no sólo un relato. Es
la primera vez que me pasa, y, la verdad, estoy descubriendo un mundo de
sensaciones nuevas.
Y una de esas sensaciones es… ¡Remordimientos! Vamos a ver, he
leído a Rowling, a Suzanne Collins, a Zafón,… un montón de novelas y escritores
que han sido crueles al máximo haciendo sufrir lo indecible a sus personajes.
Ya no sólo matando a nuestros favoritos, sino haciendo que les pasen cosas malísmas
y… ¡supercrueles! ¡Y yo los odiaba por ello!
Y ahora… miradme, haciendo sufrir a mi protagonista. Pero
sufrir un montón, no creas. Vamos, ¡¡que acabo de quemarle las muñecas y
dejárselas en carne viva!! ¡¿Pero qué clase de sádica soy?!
Me siento fatal. Pero…
… es que es tan fácil. Joder… ¡Es facilísimo! Yo me
preguntaba, “Pero… Rowling… ¿cómo… co-cómo has podido hacerle eso a Fred? T.T”
¡Y ahora lo entiendo! ¡¡Es que es jodidamente fácil!!
Me parece indignante. Esto no debería ser así.
Pero bueno.
Sólo quería decir que lo siento, y que en verdad no soy tan
mala persona… creo.
☺
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