Cuando empiezan los exámenes me pasa algo horrible que consiste en la paulatina pérdida de la capacidad lingüística, la imaginación e incluso la más básica lógica. Eso, unido a que no tengo tiempo, ha dado lugar a que, con todo, me sienta orgullosa de haber podido hacer un mínimo para no dejar a mi compañera sin su pareja.
Voilà
Ésta es la imagen:
http://www.sxc.hu/photo/1115700
Éste es el texto de mi compañera:
LIBERTAD
El club de los Cuchillos Cortos
Había un infiltrado. Todos lo sabían. No es que el Club de los Cuchillos Cortos fuera secreto o exclusivo. Pero sí que se pedía un mínimo de sentimiento y amor por las hojas cortas.
Éstas han sido siempre protagonistas en muchísimas leyendas. ¿Quién no ha oído alguna historia en la que la protagonista fuera una daga? Hay miles.
Había tres grupos de cuchillos cortos históricos: los que habían sido usados por mujeres como arma principal, los puñales utilizados por los traidores y esos secundarios que los héroes sacaban de no se sabía dónde en el último momento tras perder su espada o hacha o lo que fuera. Eran los primeros los más aclamados, pues eran tratadas como las armas principales, y no secundarias.
Pero había un infiltrado. Alguien había concedido una entrevista en el periódico local, a espaldas del club, ¡y había dicho...! Oh, es que hasta pensarlo resulta difícil... Había dicho... que la patrona del club era Juana de Arco... ¡Qué abominación, por Judith! Todos sabían que ella es la patrona del Club de Heroínas con Espada. ¡Espada larga! Qué indignación...
Paz, la delegada de defensa del club (en su vida ordinaria, abogada), se había encargado de realizar la investigación. A través del periódico no logró saber nada. Consiguió que le dijeran quién había sido el autor de la entrevista (que no venía indicado en el artículo), pero por mucho que le interrogó, no soltaba prenda.
Aun así, ella no pretendía rendirse. Siguió al periodista para tratar de saber dónde realizaba las entrevistas y así descubrió que había sido en Tasca Manolito, muy cerca de la sede del Club de Las Espadas Juglarescas (cuyo patrón era El Rey Arturo). Paz estuvo un rato preguntándole al dueño y lo único que pudo sacar es que se trataba de un hombre, pues hacía tiempo (unos dos meses) que no se entrevistaba a una mujer por allí. Algo era algo: ya había reducido la lista a la mitad. Pero aun así había muchos sospechosos:
—Juan. Cuatro dagas de mango pesado para hacer malabares. Siempre había defendido que había que incluir los chakram en el club (vaya tontería).
—Carlos. Cuchillo jamonero. Todos sabía que una de sus ilusiones era tener una katana. Fuera o no fuera el culpable, no iría a durar mucho más en el club
—Jose Manuel. Un cuchillo de cocina de veinte centímetros. Quería hacer creer que era un réplica exacta del que usó Judith par acabar con Holofernes (algo absurdo, ya que el mango tiene forma ergonómica).
Además de otros casos parecidos.
Así lo expuso Paz en la reunión general urgente. Las respuestas que recibió por parte de los acusados, además de ininteligibles por el alboroto que se formó, intentaban argumentar en contra de la investigación de la mujer. A tanto alcanzó el calor de las protestas que llegaron a las manos. A las armas, en realidad. Los cuchillos se movían a toda velocidad intentando alcanzar las partes más vulnerables de sus compañeros y sus portadores aplicaban toda la fuerza de la que eran capaces.
Pero llegó un momento en el que se cansaron y tuvieron que guardar sus cuchillos de plástico. Obviamente, nadie está tan loco como para juntar tal cantidad de objetos afilados en un mismo lugar, manejados por una clase de frikis bastante especial. Podrían hacerse daño.
=P